viernes, 6 de febrero de 2015

Follar en sitios raros III: Catacumbas


Era veranito y estaba de viaje con mi pareja en una isla del mediterráneo, íbamos haciendo las típicas cosas de turistas; ir a ver monumentos, comer en restaurantes locales, hacernos fotos con estatuas... y en una de nuestras visitas entramos a ver las catacumbas de la vieja ciudad. Allí donde quiera que hubiera morbosidad estábamos o sinó la añadíamos nosotros.

Esas catacumbas eran un lugar bastante grande por el cual podrías perderte fácilmente. No había casi luz por casi ningún sitio, había un recorrido corto que estaba iluminado por unas pequeñas lucecitas en el suelo, pero la mayoría de gente, incluidos nosotros, teníamos dificultades para ver bien las tumbas (agujeros excavados en piedra) si no nos acercábamos del todo. Además de las partes iluminadas más hacia el fondo habían muchísimos más monumentos funerarios, era como una ciudad bajo tierra.

A pesar de ser un verano bochornoso ahí abajo el aire era fresco, ideal para conservar los cuerpos de antaño y el lugar tenía todo un entramado de callejuelas por donde perderse... Emoción, intriga, dolor de barriga... Nosotros seguíamos caminando entre las piedras acercándonos más y más a la oscuridad intentando encontrar algo que nos sorprendiera y que solo nosotros pudiéramos ver. Vimos una tumba compartida, seguramente fuera de un matrimonio, esposo y esposa juntos en la muerte eterna...

En aquella penumbra, silencio sepulcral y poca concurrencia a mi "esposo" le entró el calentón tonto. Yo en aquel momento no estaba muy convencida, seguía habiendo gente por los alrededores, el país era muy católico y a saber cómo serían allí las cárceles... Pero él, erre que erre empeñado en que quería meter su cabeza entre mis muslos a toda costa. Así que me dejé hacer ¿quién era yo para negarle semejante placer al paladar?

Ansioso, me retiró a uno de esos recovecos en los que no se veía un carajo, me sentó en una de las tumbas de la pared, mis nalgas sintieron la humedad de la piedra caliza y sentí frío. Él se puso de rodillas ante mí y separándome las piernas a ambos lados empezó a hacerme sexo oral...
Mientras oíamos los susurros de la gente en la oscuridad yo le decía -”no....aquí no.” tan lastimosamente y tan poco convincente que él agarró uno de mis pechos con la mano como ademán para que me calmara (y me callara, dicho sea de paso)  a la vez que con su boca abarcaba todo mi sexo y se habría paso con la lengua por todos mis agujeros... -“ no... para..”- le rogaba- “nos van a ver...” a él no le importaba lo más mínimo y yo seguía ahogando los gemidos con el culo congelado...

De repente un cuchicheo de voces sonaban cada vez más y más cerca. Hice presión con los muslos para que apartara la cabeza (esto siempre funciona)  "Están por aquí cerca”- susurré. Me recompuse como pude, cerré las piernas del todo y justo en ese momento una linterna nos cegó momentáneamente. Nos habían visto y probablemente escuchado. Nadie se acercó y la luz siguió alumbrando por otros lados como si buscaran algo, pero en los alrededores habían más personas. Más turistas.  No volvimos a retomar nada porque a ambos se nos cortó el rollo seguimos explorando un poco más las ruinas y a la que quisimos salir fuera... ¡¡Habían cerrado la puerta!! Resulta que nos habíamos pasado de hora de la visita y ni se molestaron en comprobar si quedaba gente dentro. Asomados desde la verja principal tuvimos la suerte de ver a un señor que pasaba por la puerta y pudimos llamarle y decirle que buscara ayuda. Vino el guardia de turno, el cual nos sacó mirándonos con cara de... “ya están estos turistas liándola otra vez.” y volvimos para casa ya bien entrada la tarde. Cuanto menos fue curioso.


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