martes, 11 de marzo de 2014

Arañando las paredes

Como si de una comedia mala de media tarde se tratara, ahí estaba yo, con el maromo en cuestión a punto de irnos a compartir habitación a un pisito alquilado (la cosa estaba mal, ya se sabe la crisis) Él temia que le dejara los huevos secos en cuanto nos fueramos a vivir juntos, ya sabíamos como en la cama nos comíamos el uno al otro, pero a mi lo que se me quedó seco fue el coño... de no hacer nada.

Ilusa de mí, que creía que me iba a calzarme aquel hombretón, días sí, día también, que me  iba a inchar a follar y que se me pondría el coño escaldao de tanto darle-que-te-pego y resulta que me habia casado con él sin haberme dado cuenta. Aquel cuerpazo serrano, bien armado, de anchura hombruna, tez morena, culo prieto de esos que me vuelven loca y boquita dulzona por fin iba a ser mío todas las noche durante un mes... o, no.

 Yo, como dice putilrecords pasaba todo el día pensando en eso de "tócame un poquito...un poquito el higo..." Tenía unas ganas tremendas de que me pusiera mirando para Gijón (el maromo era asturiano) y lo que me encontraba casi siempre era con una ristra de excusas; "estoy cansado", "tengo que hacer unas gestiones", "mañana, hoy no", bla, bla, bla ... era como si ahora que teníamos muchos momentos y noches juntos para que me pusiera a sujetar paredes, no encontrara tiempo ni para un triste pinxito. Aunque eso no impedía que alguna vez que otra lo enganchara por banda y lo violara, (ahí contra la pared en plan Pamela Anderson) la verdad es que del mes que estuvimos juntos compartiendo habitación, follamos cinco veces ¡y contadas! (que mala estadística)
Debería haberlo atado a la pata de la cama cuando tube ocasión la primera noche y no dejarle marchas hasta el día 31... ¡Que malo es eso de ir a hacer "cosas" cuando te podrían


dejar clavada al conchón! Sea como fuera, a pesar de todo, el mes toco a su fin y el polvazo de despedida que pegamos (como los de antaño cuando éramos amantes "lejanos" cada uno viviendo en su casita) fue memorable. Lo dicho, a follar; o en tu casa o en la mía.

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